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vitibici. EL VITIBLOG

Tiempo de Historia

Memoria historica de la transición

Hola a los lectores. Escribo unas lineas simplemente para daros a conocer y animaros a ver una exposición de la Universidad de Valladolid que tiene lugar estos días en Valladolid. Es muy interesante y habla de un periodo de nuestra historia reciente centrado en la capital pucelana. La exposición titulada "Memoria histórica de la Transición" tiene lugar en el edificio Rector Tejerina en la Plaza de Santa Cruz, es el edificio nuevo anexo a la Facultad de Derecho.

Como digo, en esta interesante muestra podemos encontrar gran cantidad de fotos, documentos, carteles y numerosos recortes de prensa local precisamente hablando de un tema que hoy esta de actualidad, hablo de las protestas y disturbios en FASA-Renault, y es que hay cosas que nunca cambian. Y aunque la exposición parezca pequeña, pues la sala de exposiciones es pequeña, el material es muy abundante, esta todo muy concentrado.

Como aficionado a la historia he disfrutado mucho y recomiendo esta muestra a todos, ya que en ella descubrimos cosas que muchos ignoramos por el hecho de que obviamente o no habíamos nacido, o estabamos aún mamando de la teta. Como curiosidad lo que más me ha llamado la atención es una carta mecanográfiada que enviaros 340 curas vascos al Papa.

Lo malo de la exposición son los horarios y fechas. Esta abierta hasta el día 9 de mayo, este sábado y solamente por las tardes de seis a nueve.

Mas información: http://www.elmundo.es/elmundo/2009/04/30/castillayleon/1241079007.html

Un saludo, salud y pedaleo.

 

2 DE MAYO DE 1808

Rescato una parte de este artículo de Arturo Pérez Reverte sobre el bicentenario celebrado el año pasado. Hoy se cumplen 201 años de aquel acontecimiento y este Madrid nada tiene que ver con todo aquello.

 

LA PARADOJA DEL 2 DE MAYO

El próximo viernes se cumplen doscientos años del 2 de Mayo, día en que Madrid se sublevó contra los franceses. No fue, como la historiografía tradicional afirmó durante dos siglos, un alzamiento masivo de toda la nación. Eso vino después, a partir del 3 de mayo. Y con reservas. Las palabras masivo y nación deben ser manejadas con cuidado, como cada vez que se consideran los lugares comunes de la triste historia de España. Lo indiscutible es que en Madrid hubo una sublevación, y que quien empuñó las armas fue la gente más humilde, haciéndose cargo a tiros y puñaladas de una soberanía abandonada por sus gobernantes. Así, el pueblo dio una lección de dignidad y decencia. También dio una lección de incultura política y de fanatismo religioso, equivocándose de enemigo; pero ésa es otra historia. Los hechos son los hechos. El 2 de Mayo, con enemigo equivocado o no, fue una hazaña histórica. Como tal debe recordarse. Punto.

Ese día luchó muy poca gente. Es dudoso que en aquella ciudad de 160.000 habitantes se batieran de verdad más de tres o cuatro mil personas. La aristocracia, la gente de orden, los altos mandos del ejército y la mayor parte de éste se quedaron en casa, mirando. Todo acabó como todos sabemos y como Goya nos recuerda. Pero esa jornada, que podía haberse limitado a una insurrección de cuatro o cinco horas, tuvo notables consecuencias. Hizo que España entera –cada uno a su modo, como solemos, unos voluntarios y otros a la fuerza– tomara conciencia de sí misma, de lo que era desde hacía muchos siglos, y se levantara, solidaria –otra palabra imprecisa, tratándose de españoles–, en una contienda larga y cruel que cambió nuestra historia y la de Europa.

Por eso el 2 de Mayo es tan importante. Porque fue origen del complejo e interesante proceso que vino después, incluida la primera Constitución en 1812. Esos pobres carpinteros, mendigos, albañiles, rufianes, manolas y chisperos, compatriotas de todos los lugares y de las colonias americanas, que se batieron en Madrid, merecen ser recordados por muchas razones: por los 409 de ellos que murieron y los 160 que quedaron heridos, y sobre todo por la lección de coraje que dieron, demostrando un par de cosas: que a la hora de dar la cara los españoles están siempre por encima de sus gobernantes, y que siglos de incultura, opresión eclesiástica, visceralidad y fanatismo cerril nos convierten en principales enemigos de nosotros mismos. Que el resultado final de aquel inmenso sacrificio fuese el regreso, entre vítores, del rey más infame de nuestra historia, no deja de ser españolísima y natural paradoja. Pero cada cual tiene lo que merece tener.

En cualquier caso, insisto: el triste resultado de lo que empezó en 1808 no destruye el mérito de la hazaña. Lo que sí debe hacer es mover a reflexión. Por eso es bueno conmemorar desde la lucidez y el rigor. Homenajear a aquellos hombres y mujeres, recordar lo que hicieron, es objeto de una exposición que acaba de inaugurarse en Madrid, en las instalaciones del Canal de Isabel II. Se titula 2 de mayo de 1808. Un pueblo, una nación, y responde a una ambición concreta y limitada: despojar a esa jornada, en lo posible, de dos siglos de interpretaciones diversas, partidistas, contradictorias y discutibles, recobrando a cambio la narración objetiva, el pulso de la epopeya de un pueblo indefenso que creyó su deber y su dignidad alzarse en armas, y que a partir del día siguiente fue secundado por una nación entera. (...)

Diarios de la república

Diarios de la república

El día amaneció más claro que de costumbre. Cierto que había entrado con fuerza la primavera, pero uno no podía fiarse de los cielos de Madrid; y menos aún en el mes de las mil lluvias. La algarabía podía mascarse desde la primera luz del día, cuando me levanté en busca del diario. Mi ritual ya empezaba a convirtirse en tradición: unas porras casi al alba con un buen café cortado, el ejemplar del Imparcial bajo mi brazo y un rinconcito donde poder despachar, tranquilo, los asuntos del día. Me gustaba, y todavía hoy sigo haciéndolo, escuchar los pálpitos de la ciudad que despierta y se engancha a la vida. Parece como si Madrid no existiera, al menos hasta que los barrenderos comienzan a dispersarse por sus calles, como hormiguitas rigurosas en busca de migas de pan. Estos y los aguadores que regaban el paseo de la Castellana, la Carrera de San Jerónimo y alrededores. El agua mañanero que desperezaba las grandes avenidas matritenses llegaba hasta mi olfato en forma de aroma fresquito y casi infantil. Por allí iban desfilando unos y otros, desde la cuesta Moyano hasta Atocha adivinaba los pasos presurosos de Don Miguel de Unamuno, la quijotesca estampa de Ramón María (a veces) o la siempre atenta mirada de Ortega. El caminar de los literatos se diferenciaba al de los políticos porque los segundos nunca tenían tiempo para perderse en las fragancias que el Retiro regalaba, sin interés, a cualquier caminante despierto. Prieto y Largo, siempre conservando su socialismo decimonónico, Lerroux y su figura de barro forjada a tientas entre una izquierda que se viene y una derecha que se va, el gallego Casares con su galleguismo de segunda, la aristocrática figura del derechón de Maura o el andar cansino de un republicano que tiene andares casi monárquicos: Don Niceto Alcalá Zamora.

Precisamente a los monárquicos de carné no pude verles esa mañana, yo creo que se escondían entre rincones casi olvidados, que se buscaban para darse calor, así como hacen todos los cuerpos solitarios y fríos, disgregados. Eso o se encerraron en sus casas. Don Alfonso XIII se había marchado por la puerta de atrás y la Puerta de Alcalá se iba a abrir, de un momento a otro, para que muchos lanzaran su gorra proletaria por los aires como símbolo de victoria. Todo eso sucedería unos minutos después de que terminara mis porras y pegara el último repaso al periódico. Antes había besado a mi Lola, como cada mañana. Pero las puertas del Ateneo iban a dejar de ser mi espacio. Ese mismo día comencé a escribir mis Diarios.

Buenos días, mi nombre es Manuel Azaña y hoy, 14 de Abril,  hace 78 años que se proclamó la Segunda República.

Cuidemos nuestros orígenes

El siguiente artículo lo he encontrado en la versión digital del diario El Dia de Valladolid. Me ha removido la conciencia ya que, la noticia de la que habla la escuché en el telediario regional y es verdad que se quedó en una simple anécdota, en el olvido, no le dí la importancia que tiene y por eso suceden y se pierden muchas cosas.

Desde aquí entono el Mea Culpa y animo a los demás a que no utilicen la indiferencia como respuesta a dicha noticia.

 

Ejercicio de memoria

Manuel Torres

Manuel Torres

En esta tierra se nos llena enseguida la boca con la grandeza y amplitud de nuestra historia. Y por ella salen loas y alabanzas hacia una parte de ellas y sapos y culebras hacia otra, dependiendo de las mareas del pensamiento políticamente correcto del momento. Y como las palabras se las lleva el viento, nos sucede como en el cuento de los tres cerditos. En cuanto se acerca el lobo y amenaza con excavar un poco en la profundidad de nuestros conocimientos, la fuerza de su soplo arrasa con los débiles cimientos de nuestro saber, que no van más allá de las cuatro nociones mal enseñadas y mal aprendidas en nuestra etapa escolar y los dos datos eruditos sacados de nuestras veladas de Trivial.
Les propongo una prueba. Párense unos momentos a reflexionar sobre lo que conocen, ya que será la noticia del día, sobre la historia de los Estados Unidos, sobre los presidentes de esta república y sus personajes insignes, sobre sus frases ciertas y sus leyendas, sobre su versión de la historia. Ahora reflexionen, también porque ha sido actualidad durante estos días, sobre el mayor yacimiento paleontológico del mundo, sobre Atapuerca. Pregúntense que habría pasado si en lugar de en Burgos, se ubicase en Utah o en Colorado. Seguro que, al menos, tendrían más información. Y, además, algunas películas y series de televisión.
Finalicemos este ejercicio de memoria (’brain training’ para los consoleros ). Ahora acudan a los ficheros neuronales de su carpeta sobre historia prerromana en Castilla y León. Busquen «vacceos», el pueblo celtibérico, coetáneo de los defensores de Numancia. ¿Qué encuentran? Resulta que su cultura, como la de otros pueblos prerromanos, era más sofisticada de lo que muchos piensan. Carlos Sanz, director del Centro de Estudios Vacceos, retrae a ellos nuestro gusto por los asados, el vino y el pan de trigo así como el uso del adobe y de otros elementos. Otros incluso enraízan en ellos nuestros gentilicios y parte de nuestro idioma.
Una de sus mayores necrópolis se encuentra cerca de Peñafiel, en Padilla de Duero. La ciudad se llamaba Pintia. Unos yacimientos arqueológicos que están dando unos extraordinarios frutos pero cuya protección deja mucho que desear. Hace apenas unas semanas el arado se ha vuelto a llevar por delante parte de unos restos que están a flor de tierra. Este destrozo ha sido posible por la escasa preocupación que muestran las administraciones por el patrimonio que no acapara titulares.
Sin embargo, es un patrimonio de necesaria conservación. Necesaria porque nos dice cómo somos nosotros porque nos habla de cómo eran nuestros antepasados. Necesaria porque humilla nuestra arrogancia moderna y nos dice que mucho de lo que creemos que hemos creado nosotros ya existía. Necesaria porque si no conocemos nuestra historia, sin manipulaciones políticas, estaremos condenados a repetirla. ¿O hay mucha diferencia entre la debilidad, por desunión, de los pueblos celtibéricos frente a los romanos y la actualidad? ¿O con la invasión de los moros? ¿O con los reinos de Taifas?