SE FUE EL POETA

Se fue el poeta. Se fue.
Y con él marchó la brisa suave que nos golpea entre la arena de las noches de verano.
Se fue el poeta. Que importa cuándo. Sólo se fue.
Nos deja su palabra tersa y suave, sus versos de entusiasmo juvenil mascullados bajo un mostacho blanco, profundo.
Se fue el poeta. Y lo hizo, no podía ser de otra manera, sin querer salvarse.
Descubrir a Benedetti es como volar junto a un amor frugal. Como un romance nocturno que se posará en el imaginario que construimos a base de sentimientos inventados.
Eso es lo que nos queda. Cómo intuyó ese hombre bajito y con aspecto de marinero solitario que, muchos años después de su muerte, algún jovencito con buen oído y mejor gusto recitaría sus tácticas a una muchacha primaveral. Los poemas que otros encontraron en Neruda ahora tendrán que ser compartidos con los de Mario Benedetti. Se lo mereció.
Entonces ¿Se fue? No mientras nos sigan conmoviendo las palabras que se cagaban en los pitucos. No mientras seamos capaces de robarle un minuto al tiempo y leer un verso en la oficina. No mientras queden lados oscuros en el corazón y, de pronto, alguien descubra de nuevo la frescura del poeta uruguayo.
Nos dijo Machado en su Retrato: “y al cabo nada os debo, debéisme cuanto he escrito” Eso mismo le debemos a Mario Benedetti todos los que, como él, seguimos luchando por no llegar a salvarnos nunca.
4 comentarios
David S. Bayón -
Noelia -
Un biquiño!
jorge -
Sin más me despido. Un abrazo.
Jorge
Víctor -