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Leyenda de una cuba milenaria

Leyenda de una cuba milenaria

Cuenta el abad emérito de la real Colegiata de San Isidoro, Antonio Viñayo, que cuando llegó a León, hace ya medio siglo, varios ancianos le transmitieron el conocimiento sobre una cuba de vino muy antigua que descansaba en el interior de la Colegiata. Parece que alguno de ellos rondaba los cien años.

Custodiada bajo dos o tres llaves de otras tantas manos diferentes, el recipiente ha pasado al imaginario colectivo como la «cuba milenaria». Se trata de una barrica de la Alta Edad Media, con capacidad de unos cuarenta litros y que se conserva en el interior del antiguo monasterio con extraordinario celo.

La cuba, explica Viñayo, está cubierta con una capa de moho y supura un tanto. Por este motivo hay que introducir el doble del vino que se saca. Cada Jueves Santo, única fecha en que puede abrirse el recipiente, se extrae un litro y se introducen dos del mejor de los vinos de Jerez. Los pocos que lo han degustado aseguran que es muy fuerte, no existe cognac que lo supere. Un vino «sentón».

Antiguamente la cuba se destapaba en Nochebuena. Los canónigos tenían la obligación de ayunar la víspera, pero en la madrugada del nacimiento del Salvador, tras la misa del gallo, el antiguo refectorio (hoy llamado salón del Pendón) de la Colegiata se colmaba de manjares. Y como el buen comer debe ir acompañado de un mejor beber, la cuba milenaria se descorchaba para el deleite de los presbíteros. Los más maliciosos mascullan que cuando los monjes devolvían la cuba a su lugar, mientras paseaban en procesión por el claustro con ella a cuestas, podían escuchar cantar al gallo de la torre.

 

Alfonso XIII. El abuelo del actual monarca, Alfonso XIII, visitó San Isidoro a principios del siglo pasado. El abad de entonces, Julio Pérez Llamazares, le narró la historia de la cuba milenaria. El Borbón, picado por la curiosidad, quiso saborear ese caldo. El abad respondió que aquello era imposible, porque la cuba se abría una vez y sólo una. «Pues déjelo usted para mejor ocasión», parece que fueron las palabras del Rey. Entonces el clérigo, como con toda regla que se precie, hizo gustoso una excepción. Y su majestad pudo paladear el exquisito morapio.

El actual abad de la Colegiata, Francisco Rodríguez, señala que la cuba tiene las máximas protecciones: una llave está bajo su poder y la otra descansa en las manos del administrador capitular de San Isidoro.

La cuba milenaria se engloba dentro del rico patrimonio artístico y cultural que San Isidoro ofrece al visitante. Mientras éste camina por el claustro de la basílica u observa las magníficas pinturas del Panteón, no olvide que en algún recóndito lugar descansa la cuba más mítica de León.

3 comentarios

Sandra -

esto me suena...jej ;-)

Alfredo -

Allí estuve precisamente en abril y la verdad es que no sabía lo de la cuba, como es normal por otra parte. Una pena me digo ahora porque realmente me habría gustado verla. Y como dice Dani, "todo tiene sentido"...Tantas cosas buenas y tantas por desgracia no buenas nos trae y ha traido la Iglesia Católica....
Un abrazo

Daniel -

Qué bueno! Eso seguro que no viene en las guías.
He leído que allí están los restos de San Isidoro de Sevilla, geógrafo y patrón de Filosofía y Letras. Así, todo tiene sentido.

Saludos!