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Gentes y lugares

La voz de Labordeta

La voz de Labordeta

Cuando uno piensa en Labordeta, en su afable conversación, en su sabiduría ancestral, aragonesa, inmanente, lo primero que se le viene a la mente es: Gracias. Descubrí a Labordeta a través de una cinta de radiocassette verde botella. Mi madre la ponía en el patio de aquella casa molinera que cada vez añoro más. Lo primero que me llegó fue aquella voz de taberna, potente y sin remilgos, capaz de llenar todos los huecos de las calles aledañas a mi casa. Y desde entonces ya nunca dejé de lado su trayectoria. Comenzó a estudiar Derecho, aunque finalmente se licenció en Filosofía y Letras. Profesor de Historia en Aragón. Escritor de versos (muy influido por su hermano, el también poeta Miguel Labordeta), de prosa (ensayos, narrativa, libros de viajes, relato breve…) presentador de aquel programa mágico y al que muchos todavía no han prestado la consideración que merece (en eso pienso ahora, que veo a Echanove e Imanol Arias remedar la costumbre del Maestro… pero Labordeta no se quedaba en la superficie, no se limitaba a ordeñar una vaca, Labordeta traspasaba la frontera de lo cotidiano, ejercía de Antropólogo y de bardo, de viajero y de truhán, Labordeta escuchaba cada historia, y luego, algunos, la hacíamos nuestra, a modo de tesoro intransferible). Pero Labordeta fue mucho más: Fundó la revista “Andalá”, marcadamente antifranquista y aragonesista en 1972 (años en que ser antifranquista y aragonesista no era políticamente correcto, ni chic, ni fácil…). Ya en política activa, es confundador del PSOE de Aragón en 1976 y, en fin, diputado del Congreso entre 2000 y 2008 desde la Chunta Aragonesista (CHA) Hablaba de su voz: José Antonio Labordeta publicó más de veinte discos. Cuando aprendí a respetar la magia de los caminos y de las montañas, Labordeta me acompañaba en cada sendero, en cada ladera, en el collado que dejaba atrás “Esta es la albada del viento, la albada del que se fue, que quiso volver un día, pero eso no pudo ser” Así, recuerdo, enseñé a Pablo a cantar sus canciones en las montañas de Zagoria, o sorprendí a más de un aragonés entonando aquellos vibrantes versos “Polvo, niebla, viento y sol, y donde hay agua una huerta, al norte los pirineos, esa tierra es Aragón” Han sido muchas las veces que he reclamado, vino en mano, que lo que hacía falta en esta Castilla miserable era un personaje tan digno como Labordeta. Hoy, que mis pasos están tan lejos de mi querida tierra, no seré tan radical: José Antonio Labordeta no es sólo necesario para un pedazo de tierra, “el abuelo” es, simplemente, uno de esos personajes que cuando nos dejan provocan un vacío irremplazable. Es como si aquellas calles vacías que Labordeta llenaba con su voz cuando uno era todavía un lebrelcillo volvieran a vaciarse hoy, 25 años después, y ya nadie tuviera los arrestos suficientes como para volver a impregnarlas de ilusión, de rabia, de esperanza. Con la pérdida de José Antonio Labordeta se ha hundido también un trocito de ingenua ilusión por creer que algunas veces la Historia puede ser distinta. Pero se fue y no se fue, que por eso es tozudo el maño. Ya lo dijo Sabina “Tres cosas en Aragón jamás cambiarán de chaqueta: Goya, Buñuel y la voz de Labordeta”

Nos deja un grande

Ha muerto José Antonio Labordeta, que aunque no fuera famoso, si era conocido y respetado por muchos. Al menos tenía todo mi respeto. Una persona integra, culta e interesante. Una persona que a través de la música, la televisión, la radio o la política mostro sus inquietudes y sus ideales, y nos mostró un poco más de esta España compleja y complicada. 

Esperando un buen artículo de Roberto, sirva este cortito como homenaje al maestro Labordeta. Todo un elegante.

RIP

NA RUA DO VIÑO PORTO

NA RUA DO VIÑO PORTO

 

Una vez más vuelve el pasado. Una vez más regresan a la mente recuerdos, emociones antiguas nunca olvidadas, tan solo guardadas en un pequeño rincón de mi propria alma. Esta vez, los recuerdos que regresan en forma de reencuentros tienen un lugar especial, en una cuidad muy preciosa, melanconica pero no triste, de los ritmos lentos, pero nunca aburridos.

 

Esta cuidad es mi tierra, como es mi tierra aquella que piso todos los dias desde que estoy en Madrid. Es mi tierra evidentemente mi querida Lecce, mi querido pueblo, mi hermoso Salento. Las tierras son de todos y de nadie al mismo tiempo. Viajar, sin duda, ayuda a abrir los orizontes de la mente. Todos debemos viajar, todos debemos conocer, explorar los infinitos lugares sin pensar que esos nos pertenecen desde siempre y para siempre. Viajar ayuda a ser más rico, y si riqueza significa ser cuidadano de infinidas plazas, calles, rincones de esa tierra; si ser rico significa compartir momentos importantes con gente venida de cualquier parte del mundo; si ser rico significa aprender todas las lenguas que existen; perderse en unas noches europeas, ojalá americanas, hablar con un sin hogar, ofrecerle tu bebida y tu sonrisa, o mejor, un poco de tu tiempo, pues, soy contento de ser un pobre vagabundo como suelen considerar los ignorantes a la gente de sentimientos infinitos.

 

En este momento me encuentro en Oporto por unas vacaciones con mis nuevos compañeros de vida (Pietro, Camila, Ruben, Ana) y me voy a reencontrar con algunos de mis amigos del “pasado” y de siempre (Joao, Bruno, Sara, Daniel). Los amigos, o mejor dicho la amistad, aquella vera con la “A” maiuscula no conoce barreras culturales, linguisticas, de color de piel, de religión. La amistad sincera, aquella  que acompaña este viaje bajo los nombres de los que ya mencioné está dispuesta a mutar, a mezclarse, a renovarse. Está hecha para no dudar y no tener miedo de expanderse, de abrirse a los demás. En este viaje, los viejos amigos y los nuevos de este “melanconico viajador” se conocen y se encuentran dentro de esta cuidad por el animo generoso y de un rostro bellissimo.

 

Oporto es la casa del rio Douro; es la casa de los puentes que juntan una orilla a la otra del mismo rio; es la casa de las gabiotas que despiertan los sentidos matutinos; es la cuna de un rico vino que se deja beber por su espontaneidad y delicadez. Oporto es la casa de las “Ruas” que suben y que bajan; es la la cuidad de las iglesias de los ladrillos azules como el mar y el cielo que las toca; es la tierra de la musica y de la arte profunda y pasional.

 

La sensación que se tiene paseando por la “Ribeira do Porto” es magica, sobretodo por la noche cuando tu mirada se pierde en las luces que se encienden y acarician el asfalto umedo por la lluvia; en esas mismas luces que se estrellan en el rio que desde arriba parece un oceano de llamas.



La cuidad de Oporto tiene pues, dos bancos, los dos al mismo tiempo juntados por seis puentes que todos los dias se dejan atravesar por gente en coche, tren, bici. De una parte a otra, pasando por la zona de las “CAVES”, espacio divino donde bodegass centenerias proponen un viaje al descubrimiento de todos los secretos del gustosisimo viño do Porto.

 

La cueva de Vasconcellas de propriedad de  la omonima familia, que produce esta riqueza desde el 1879, ospita un grupo multicultural (brasileros, italianos, chilenos, españoles) ansioso de asaborar este rafinado Porto de las varias tipologias y gradaciones. La mujer que nos entroduces dentro el “palacio real” de su majestad el Porto, nos cuenta, en su sinuoso y claro portugues, las “raices” del vino, el largo recorrido que hace desde la cepa hasta la bottella. Remarca las caracteristicas principales y reveladoras del blanco seco, del dulce, del tinto, de la reserva, del L.B.V. (Late Battled Vintage) y del delicadisimo y precioso Vintage. Distintas calidades para los mejores amantes del vino. En verdad, no hace falta ser un gran conocedor de Vino para beber Porto; es necesario simplemente acojerlo con amistad y confianza en el proprio paladar.

 

La expocición de la cueva termina con la consuetudinaria degustación, donde el grupo de amigos se siente aún más cerca, gracias a un hilo colorado de rojo que no tiene miedo de las diversidades, que promete bondad y paz a quien está dispuesto a ofrecerlas.

 

El vino no es una bebida alcolica, es más sencillamente sangre de Dios, en el sentido más profundo de la palabra. Es producto del sacrificio de la gente laboriosa, que  pacientemente sigue acuradamente, desde el nacimiento hasta la cosecha, las suertes de las viñas. Los buenos productos piden sacrificio, trabajo duro, sudor, cansancio y dolor. Todos los sabios y sabias, hombres y mujeres que nos permiten beber este esquisito vino, por lo tanto, merecen un respeto y un reconocimiento tanto grande como aquello que se merece Dios.

 

La ruta del vino es un experiencia fantastica, es una oportunidad para acercarce a la cultura de un pueblo y  de una tierra. Conocer los segretos y las genuididad de la tierra, es como conocer más en profundo el alma de la gente que de esa tierra es su hija.

 

 El viaje en busca de las raices del Porto no termina en la cuidad, sino que avanza hacia la región donde todo empieza. Es como si, todo lo que en la bodega del vino nos contaron, no nos satisfacia completamente. Por esto, animados por un espiritu de compañerismo y de aventura, mis fieles amigos y yo decidimos de seguir la ruta del vino hacia el norte de Portugal.

 

Alquilar un coche, seguramente ayuda la buena intención de no perderse ningun detalle del fabuloso panoarama rural. Viñedos vastisimos se mezclan con estupendos arboles de olivo que renden el paseo un placer para los ojos. Flores violetas, amarillas, verdes y rojas contribuyen a dar alegria a una jornada de primavera. Arboles de sabrosas naranjas atiran la atención del viajador que sin frenos se concede furtivamente a recojerlas. Vias que suben y que bajan rapidamente a lado de rio Douro dan una sensación de mareo, de miedo. Pero, es una sensación agradable ya que, caer o atropellarse en esta maxima explosión de la naturaleza significa sentir los sabores y los perfumes de lo incontaminado, de la “pobreza” y  riqueza de lo sencillo que es capaz de ofrecer reparo a los sentidos demasiado trastornados por los ruidos de la megalopoli.  

 

Después de casi unos cientoveintes kilomotros, que cruzan este escenario describido, y pasando por tranquilos pequeños pueblito,  se llega a Pinhao, en verano,uno de los lugares más turisticos de la zona del vino. Llegar a ese pueblo es como entrar en otra dimensión espacio-temporal. Todo suena a sencillez, a ternura, a fresqueza, a paz. Un residente  trabaja su jardin a lado del ferrocarril,  donde tiene  plantadas  patatas que crecen lentamente y se concede a cambair unas palabras en portugues. El silencioso tren llega en la pequeña y bellissima estación y recoje los pocos viajeros que lo esperaban. Un hostelero, viendo a un grupo de visitantes, les pregunta –delicadamente y con una vena de melanconia- si necesitan pasar la noche en su demora. Un perro solitario, nos hace compañia hasta la orilla del rio que nos ve observadores de su estupendo orizonte.

 

En esta tierra tan linda y generosa, riqusima de viñas que empiezan  a rellenar y colorar  las colinas donde crecen, los viajeros se dejan afacinar del protagonista asboluto de este paraiso: el vino do Porto. Sentados encima de un banco de piedra, con un hilo de tristeza debida a la conciencia que este maravilloso viaje portugues va a terminar, nos concedimos el ultimo trago que la botella nos regala. El sol está casi para esconderse detrás de las colinas; una breza marina sopla sobre nuestros ombros; el rio  se hace más oscuro, y la noche está casí por llegar. Es tiempo de despedirnos de esa tierra, de su  vino, de la bondad de esa gente, de la belleza de los paisajes.

 

Un dia regresaremos,  gracias Portugal.

 

"Come mejor, bebe mejor y sé feliz"

"Come mejor, bebe mejor y sé feliz"

Rescato este artículo que acabo de leer en El Norte de Castilla.

Salud!!!

José Luis Martín Ciclista octogenario

03.01.10 - 01:12 -

Desafiando a las bajas temperaturas , no es extraño ver en Portillo a José Luis, ’Pepe Mancebo’, como cariñosamente lo conocen sus vecinos, un octogenario dotado de una naturaleza privilegiada, paseando en su bici en camisa de manga corta y ataviado con su visera vaquera, mientras por sus dientes se escapa el silbido de un pasodoble o por su garganta se desgarra una copla interrumpida por un adiós cariñoso a alguna ’niña bonita’.

-¿Cuál es el secreto para no sentir el frío como los demás humanos?
-Desde crío he estado por el campo, por los pinares y por las laderas del monte, en invierno y en verano, y me da igual que haga frío o calor, que nieve, llueva o caigan chuzos, aguanto todo. He recibido golpes, fracturas y cornadas de toros a lo largo de mi vida. Me han cosido más de treinta veces y creo que me ha servido para curtirme más.
-¿Por qué lo llaman Mancebo?
-Porque mi hermano estaba estudiando veterinaria y yo que andaba por aquí con las vacas le decía: cuando yo sea mayor me voy contigo de mancebo. Y también en la escuela me gustaba mucho leer la fábula del mancebo y los cinco pájaros.
-¿Una buena receta para estar como usted de bien?
-Comer bien, beber mejor y ser feliz y luego que cada uno… haga lo que pueda. De beber, por la mañana me suelo tomar unos cinco chupitos, al mediodía el café y la copa y luego por la tarde unos nueve verdejos. De tabaco ahora nada, sólo ocho o diez puros Farias.
-¿Si el alcohol es malo para la salud?
-¡Y las mujeres!, no te digo. El alcohol seca las heridas, mata el aburrimiento y da alegría.

 

Fuente: http://www.nortecastilla.es/20100103/valladolid/come-mejor-bebe-mejor-20100103.html

Simplemente mi playa

Simplemente mi playa

Si hay una página en la que una persona como yo debería tener vetado escribir es ésta, ya que no sé montar en bicicleta y no puedo beber alcohol (aunque el vino es mucho más que eso). Pero me voy a convertir en un "okupa" de estas líneas para hablar de mi playa, la Playa de las Alcaravaneras.

Mi playa es el lugar donde me crié, el sitio de donde mi madre tenía que sacarme tirándome de las orejas para que hiciera mis tareas.

En mi playa ahora hay contaminación porque el puerto de mi ciudad ha crecido tanto que la ha acabado asfixiando con la grasa de los barcos. El agua de mi playa brilla por las noches, y no porque la luna se refleje para acicalarse, sino porque su imagen queda distorsionada por la suciedad como si se mirara en un espejo con el cristal a punto de hacerse añicos.

A mi playa vamos los de siempre, porque aunque sea mi playa la comparto con muchísima gente a la que también le pertenece. Porque mi playa siempre recibe a sus visitantes como si los conociera de toda la vida, porque no hay cosa que le guste más que engañarme con cualquiera.

Mi playa es urbana, y se ha acostumbrado a vivir junto al tráfico de las mañanas riéndose de las prisas, porque como todos saben, las playas nunca tienen prisa.

Mi playa guarda mis huellas en su arena, guarda mi primer beso, guarda millones de sonrisas y cientos de lágrimas. Mi playa guarda mis paseos de horas de un extremo a otro acabados en un puñetazo al océano. Porque mi playa sabe que al agua yo no le duelo, porque me ha visto crecer y vivir, y porque aunque nada le apasione más que ponerme los cuernos con cualquiera, sabe perfectamente que no hay mayor placer para mí que sentirla bajo mis pies.

Yo no quiero a mi playa, la amo. Y cuando hablo con ella me responde con el sonido del mar entremezclado con algún claxón molesto y con el grito de los coches cuyos dueños se mueren de envidia al mirarla porque saben que es MI PLAYA.

El rambismo es mentira

El rambismo es mentira

“Basta ya de los héroes de la información. El rambismo es mentira. El periodista de guerra acude a los conflictos armados con billete de vuelta. Sabe lo que se está jugando y está protegido. Al menos mucho más que el periodista local que se ve atrapado, sin haberlo pedido, en una guerra dentro de su barrio. Esos son los primeros que desaparecen, porque son los que realmente se juegan el tipo cada día, porque conocen la realidad”, declaró Rosa María Calaf en unas charlas pronunciadas en la facultad de ciencias de la información de la Laguna.

La Calaf se muestra accesible a las preguntas. Sigue con el mismo pelo caoba que la acompañó durante décadas en los innumerables conflictos que asolaron el globo en las últimas décadas. Esa misma reflexión, o muy similar, la pronunció Gervasio Sánchez en una charla pronunciada en Santiago hace ahora tres años. Y también lo leí en algún artículo del cabrón de Pérez Reverte. Y el fallecido Julio Fuentes decía algo parecido. Verdaderas instituciones periodísticas que, junto a otros grandes como Manu Leguineche o Ramón Lobo marcaron las mejores páginas del periodismo de guerra que España ha escrito. Eso fue lo que pregunté a la señora Rosa, que qué era lo que esa generación de grandes contadores de Historia viva legaba a los que están empezando en este pedregoso camino: “si algo podemos transmitir a los nuevos periodistas es el sentido de la responsabilidad en el oficio”.

No conozco la fecha exacta, pero hace cosa de un año y medio Rosa María Calaf se acogió a un ERE que gentilmente propuso TVE. Dice que tiene el proyecto de comenzar una serie de documentales en los próximos meses para poder enseñar algo del océano de conocimiento que ha atesorado en todos estos años “porque con el minuto diez que me daban en la tele no podía extenderme demasiado”. De conocimiento y de vida, intuyo.

Cuando la Calaf explica le brilla la mirada. Me contagia su ilusión. Parece como si fuera ella la que está empezando.

Me da la sensación de que podría estar escuchándola durante horas. Y no me hacen falta grabadoras ni libretas. Este humilde cronista le pide luz ante el azabache color del futuro de la prensa: “Una vez me dijeron en una aldea africana, y desde entonces lo utilizo como lema, que sea cual sea lo que hagas, si no esperas lo inesperado nunca sucederá”, y se quedó tan ancha.

Sobre Praga

En Praga descubrí que primavera no es sólo una palabra comodín al abrigo de poesía de salón. Comprendí que la lluvia sólo moja cuando abres los cristales y dejas que las gotas atraviesen el umbral de la comodidad.

Recorrer el puente de Carlos en una noche fría, bajo la luz titilante de farolas sin dueño, abrir puertas a la curiosidad y escuchar al moldava mientras arrulla el paseo de caminantes despistados, fue mejor que un chute de adrenalina de un sábado por la noche.

El avión aterrizaba en Praga y descubrí que los países están más cerca que algunas personas. Ahora escucho esto y comprendo lo que viajar a Praga significó algún día. No debemos concederle tanto protagonismo al azar, quizá simplemente esa palabra sea como una sombra: cada uno lleva la suya, y le acompañará hasta que se esconda bajo la tierra de los lugares de la paz.

Salento (tierra desconicida, tierra de amar)

Salento (tierra desconicida, tierra de amar)

Hace mucho tiempo prometí a mi gran amigo Roberto, que un dia hubiera escrito algo sobre mi querida tierra nativa. Las dificultades respecto al idioma me hicieron pensar que era mejor esperar cuando hubiera tenido mas confianza con el castellano (dudo que aun hoy he sido capaz de consesuir esta confianza), claro está que si uno quere hablar de su amor y quere que los demás lo aprecien, no cabe duda que se debe poseer las mejores enramientas linguisticas para matizar las peculiaridades del objeto del que se habla. Pues, yo lo intentaré y estoy seguro que con un poco de imaginación, de fantasia, uno puede crear su propria fotografia ideal de esta tierra, consiguiendo así  lo que muchas palabras no son capaz o no pueden conseguir.

Un día, en un artículo de una revsta, su autor, un periodista español, que habia viajado hacia latinoamerica para descrubir, captar y intentar de reproducir con sus palabras, lo que iba a percebir a través de sus sentidos, confesó que a  veces los novelistas, los escritores (no todos) son tan arogantes porque  creen de poseer todos los conocimientos sobre lugares del mundo, sobre sus bellezas, sus historias, sin saber que estas puras y simples riquezas pertenecen solo y solamente a aquellas personas que en estos lugares  viven, que todos los dias los pisan, que todos los dias sacan el sudor para convertirlo en un lugar mejor.

Mi tierra, si la vemos a través de los ojos de estos escritores deberia ser considerada una tierra inexistente, una tierra sin vida porque si no me equivoco, pocos grandes y famosos utilizadores de la escritura han hablado de ella. Eso no quiere decir que allì no haya vida o buena vida. Al rebez, hay una vida fantastica de vivir, hay un cielo iluminado de estrellas, que son sus pequeños pueblos, de conocer. Hay tanta gente que encontrar,  campesinos  por la mayoria,con los que se puede hablar sentados en la calle, por lo cuales aprender lo que significa de verdad "Salento".

Salento, ante todo es mi tierra, es mi raiz, es mi cultura, es mi amor, es mi madre y es mi padre. Salento es la lengua que yo hablo, Salento es el orgullo que llevo dentro.Salento es el vino que yo bebo, Salento es la felicidad que probo cuando  todos los dias  me levanto y veo que puedo seguir  luchando para vivir mejor. Salento es musica,colores, culturas, muchas culturas que se mezclan  con respecto de las diversidades, a veces olvidadas por la ignorancia de la gente ciega que no sabe de donde viene, donde está y hacia donde se mueve. Salento es comida (no solo pasta o pizza, como muy comercialmente uno piensa), comida de un sabor rico como la tierra fertil que la produce.Salento por fín es mar, mar tan azúl y tan limpio que a veces se confunde con lo azúl del cielo. Salento es  mar que moja sus costas, que trae  culturas lejanas en busca de una vida mejor, de una vida que a veces esta tierra tan generosa ha sido capaz de ofrecer, aunque incapaz de tratener, en sus brazos, sus queridos hijos que así como aquellos que llegan, deben marcharse para poder trabajar, estudiar y formarse, para aculturarse, guardando la esperanza, un dia, de pode regresar para devolver todo lo que han aprendido, para mejorarla, para convertirla en una tierra mas hermosa de lo que es.

No crean que estoy haciendo un elogio a mi lugar. No, nunca, estoy simplemente recitando las sencaciones que ella me trasmite cuando estoy lejano, y en ella pienso. Son las palabras de la rabia que uno madura en su mente, en el momento que debe abandonar su espacio porque allì no encuentra su persona, y por eso vaga, vaga y vaga en busca de un camino, de una puerta que le permita de entrar y realizar sus sueños. Todos tenemos un sueño, creo mucho mas de uno, aquel sueño que nos diga que no estamos soñando y que es verdad que tu estás despierto y estás realizando tus sueños, justo en la tierra donde naciste, que estás "viviendo" tu vida allì,que te estás enamorando de la persona mas hermosa, mas fiel y mas cercana. Todo eso sin tener la preocupación de deber emigrar, de deber dejar tu casa, tu familia, tus amigos que contigo nacieron y contigo comparten un sueño con el mismo final. Un final que dibuja tu tierra como la mejor madre entre las madres, la mas respetada y la mas respetuosa.

Si un dia ustedes queren visitar esta tierra, sin esperar que un escritor llegue a decir lo que no es, a creer de poseer la maestria de decir lo que tantas voces no son capaces de contar, no lo dudan. Allì encontrarais aquellas pocas y indecifrables palabras que intentè a escribir, pero mas aun encontrarais exactamente aquellas imagenes que vuestras mentes se produjeron. Salento, según una publiciad, ahora mas que nunca especulativa, dice que es la tierra del sol,del mar y del viento. Yo añadiria de la gente que hasta hoy la dejó sola y olvidada a su destino, y que hoy, frente a un mundo que corre a cien mil como un loco, podria ser espacio para encontrar el proprio destino........

.......cuanto a mí, creo que aún es pronto para encontrr allí mi destino, todavia desconozco las otras maravillas que el mundo creó, pero, ustedes sí que pueden conocerla, repito, conocerla, siempre que esten dispuestos en amarla.

Gianfranco

 

Les sobran pelotas

Estoy convencido de que el hambre agudiza el ingenio. Dijo un periodista de hoy que prefería a
los periodistas de ayer, los del siglo XIX, porque siendo tan pendencieros y
noctámbulos como los de ahora, eran mucho más pobres.

¿Sirve para algo la insurrección? Alguien escribió que a los
jóvenes de hoy les da miedo luchar. La seguridad es cómoda. Llueve fuera, pero
lo miro desde un salón con calefacción central. Nos faltan pelotas. Y hambre.

La cuestión es que un
grupo de jóvenes senegaleses
está en boca de toda la isla. Se llaman
familia gui-gui (significa nueva familia) y hacen hip hop. Con su música tratan
de reunir la fuerza que no tienen a través de las armas ni de la diplomacia.
Hablan de miedo y de soledad en sus canciones. La soledad del que abandona su
pueblo para meterse en un cayuco. Ninguno de los tres chicos que se embarcó
rumbo a la burbuja europea dijo nada a su madre. Y no lo hicieron porque de
haberlo hecho no habrían salido nunca de aquel agujero. Una madre no puede
permitir eso a su hijo. Senegal y Mauritania están muy cerca del archipiélago
en googlemaps. La realidad es que un
vuelo desde Tenerife hasta el África occidental le sale (a un unioneuropeo) por
un riñón dorado. Y de barcos turísticos ni hablamos. Para estos chicos la única
posibilidad de entrar en el parque temático de la felicidad era a través de un
Atlántico inmenso y cabrón. Uno de ellos, Ibrahim, era la primera vez que veía
el mar.

No se conocían entre
ellos
cuando desembocaron en el centro tinerfeño de “La Esperanza”, que trata de
echar una mano a estos hijos de la miseria negra. Eran menores de edad. Uno de
ellos me dice que siente la obligación de continuar la labor que sus abuelos
comenzaron: “Antes venían en barcos a por nuestros abuelos para convertirlos en
esclavos. Ahora no hace falta, nosotros nos echamos a la mar para continuar con
su legado. Pero vamos a luchar. No hablo de violencia, nuestra fuerza es la
música”, comenta Said con tono duro.

Hace unos años pude convivir con albaneses, rumanos,
búlgaros y serbios, los hijos pobres de los Balcanes. Ellos son los que se
encargan de mantener el turismo de lujo de las islas griegas. Doce, catorce,
dieciséis horas diarias trabajando todos los días de la semana en temporada
alta. Los griegos les miraban con un desdén fanfarrón y egocéntrico. Xenófobo.
Entonces pensé que la revolución que vendrá, el siguiente mayo del 68 no lo
harán los estudiantes erasmus que nos empapamos de otras culturas en forma de
distintas salivas orgásmicas, sino esos otros que terminaban agotados cada
noche y luego enviaban el dinero a sus familias.

Los familia gui-gui,
decía, se están convirtiendo en un fenómeno social. Se han interesado por ellos
la BBC, la CNN, el País o La Vanguardia. Tres
chicos negros que llegaron en cayuco y hacen música son noticia. Venden.

Pero no es mi objetivo hacer un artículo moralizante ni admonitorio.
La familia gui-gui transmite buen rollo. Cuando hablan, sonríen. Y son tímidos
al describir su folclore. Profundamente influidos por las músicas viejas
senegalesas, ellos quieren dejar claro que son modernos, nada carcas. Lo mismo
que les pasa a algunos jóvenes de por aquí con el flamenco, que se piensan que
sólo lo escuchan los viejos y los fachas.

Ya han vuelto a su tierra para visitar a sus madres. Y ahora
están tratando de hacer algún concierto por allí. Seguro que muchos jóvenes
senegaleses les mirarán con admiración y respeto.

Por el momento sólo hacen directos por las islas, pero todo
se andará.

Esos tipos tienen pelotas.


 

Las estaciones en tierras semipolares

El impresionante observar el rápido y fuerte cambio que se produce entre las estaciones del norte sueco. El corto, suave y verde verano donde puede llegar a hacer calor también nos deja abundantes lluvias y colores vivos e insospechados. El viaje de las aves migratorias hacía el sur marca el final del verano, durante algunas semanas el cielo esta completamente lleno de gansos, patos y otras aves que lo cruzan en vuelo rasante pegando gritos en dirección a tierras más calidas, son escenas preciosas, pero que anuncian el otoño. El rápido paso al otoño donde la hierba deja crecer y ese verde intenso del verano se hace cada vez más tenue y amarillento, así como los colores vivos de las plantas van dejando paso a colores más pardos, apagados y menos vivos. La caída de las hojas marca el ritmo de la estación. El invierno llega pronto, demasiado, pues el otoño es muy corto, cortísimo. Las primeras nevadas se dejan sentir por aquí en octubre, a finales. A eso de primeros de noviembre la nieve estará echando raices para quedarse muchos meses. Durante el frío invierno el mercurio permanecerá en la zona baja del termómetro alcanzando cotas de entre 20 y 30 bajo cero. Pero lo peor de todo no es el frío, sino la eterna oscuridad que envuelve los meses de noviembre, diciembre y enero, que hace que la vida se paralice. A uno le falta la energía para vivir. El sol solamente sale durante a penas 4 o 5 horas, pero con tal debilidad que no llega a estar más allá del horizonte, sale durante unas horas y cuando lo puedes ver por fin entero por encima del horizonte empieza a bajar. Las tinieblas ganan la batalla a la vida. El invierno sigue su curso gélido durante febrero y marzo, pero estos meses gozarán del privilegio de ver crecer los días en cuanto a luz de un modo increíble. Abril sigue siendo invierno, pero cuando acabe será la primavera. Una primavera gris y marrón, la hierba todavía esta lejos de crecer y el deshielo puede durar semanas, lo que convierte el asfalto de las ciudades en un charco gigante de agua y hielo y nieve a medio derretir de color gris oscuro por la suciedad propia del asfalto y las ciudades. En el campo es más rápido y más limpio, aunque todo esta encharcado, es la primavera, los lagos y ríos pierden su capa blanca y se desbordan varios metros por el deshielo. Mayo nos traerá todavía frío, la primavera es fría, pero la hierba vuelve a vivir y las aves vuelven a su casa veraniega, el cielo vuelve a ser durante unas semanas un espectáculo digno de admirar. Ahora es el tiempo de la luz, ya a finales de mayo la noche será algo que quedo atrás. Junio es el mes de la luz, y aunque aquí, aún por debajo del círculo polar, el sol de pone un par de horas a finales de junio, hay siempre luz, pues el sol esta justo debajo de la línea del horizonte, son momentos especiales de colores increíbles en el horizonte. Todo esto nos trae el verano, el verde intenso y los colores y vivos. Es impresionante como se pueden pasar de las más oscuras y frías tinieblas a la luz eterna y las temperaturas suaves en pocas meses. Entonces la vida vuelve a bullir con más intensidad que nunca. Todo un espectáculo, toda una lección de vida de la naturaleza y pero también una demostración de fuerza que deberíamos respetar y recordar más a menudo.

DE LOS LIBROS QUE SE HIMPLAN

DE LOS LIBROS QUE SE HIMPLAN

Es tarde de bochorno en Madrid. Parece como si el tiempo estuviera himplado, parecido a cuando los niños necesitan llorar, pero no quieren, y se les tiñen las mejillas de un encarnado casi obsceno. Hasta que lloran a rabiar, incontenibles. Eso decían las viejas en mi pueblo cuando los chavales nos agarrábamos las rabietas.

Así está la tarde, intratable. Aún así, el hechizo de una buena tormenta en mitad del paseo es sobradamente evocador como para ponerme en pie y retar a los cuarenta grados de la capital.

Me adentro en el Retiro por la puerta de Mariano de Cavia. El bueno de "sobaquillo" con sus lentes circulares contempla al paseante con firmeza, parece como si estuviera escrutando a ese Madrid, que hoy casi no reconocería, para sacarse un artículo de los suyos.

Me dicen que la Feria del libro serpentea por las calles del buen Retiro, aún así bajo hasta la Cuesta Moyano, las librerías abiertas son muy pocas: mucho viento y pocas mieses. La librera aún conserva una belleza aguda, sensual. Recoge los libros expuestos en mitad de la cuesta mientras sus cabellos golpean las lentes. Es extraordinario que ninguno salga volando cuesta abajo, así como hacen los skaters que toman la cuesta como una pista neoyorquina. Un lector vivo, sagaz, está intentando comprar un vetusto libro decimonónico. Parece americano, no lo digo por su acento, que no lo sé distinguir, sino por la gorrita que luce junto a su bohemia pipa.

- How much is it?

- 180 euros. Ahí te lo está poniendo.

- Ouhhh. I give you 20 euros.

- Del guindo, tú lo que te piensas es que me he caído del guindo anoche. Este libro vale 250 euros y me dices que me das 20. Dame el libro ahora mismo.

El guiri suelta el libro y se mete el billete de 20 en los bolsillos de sus tejanos. La librera está cabreadísima. Yo, espectador fortuito, sonrío entre dientes. He visto un librito que me interesa, pero creo que no le preguntaré el precio a la señora, que ha regresado a su mecánica tarea de recoger los libros expuestos en la calle.

Cojo la cuesta arriba de nuevo y regreso al Retiro. No sé la cantidad de puestos que hay en la Feria del Libro de Madrid. Deben ser más de 300. Me han dicho que los escritores firman ejemplares. Estoy en un stand y me dispongo a ojear un libro de Bolaño. A dos palmos de mí Javier Marías firma libros por doquier. Ataviado con unas inmensas gafas de sol y con un pitillo de la mano, el escritor sonríe y pregunta por los nombres a quienes va a dedicar unas líneas. Entonces aparece ella. Viene con una cerveza de la mano y un bolso repleto de… no sé de que. Parece muy educada y culta. Le felicita al señor Marías y mantiene un ligero diálogo sobre literatura. Entonces llega el exabrupto: "¿Tendría usted la amabilidad, señor Marías, de decirme por qué insulta tan gratuitamente en sus artículos dominicales? Alguien con su elevada posición socio-cultural. Usted es un cretino.

Marías parece descolocado. ¿o desolado? No hay respuesta posible que sirva para salir airoso ante semejante cornada. Los curiosos nos mantenemos en nuestras posiciones, nos hacemos los despistados y aguardamos la respuesta del escritor. Pero no se produce. La mujer, que está acorralando al intelectual, se ve trabada por la llegada de agentes de seguridad que la invitan muy educadamente a irse de allí. Todavía le quedan arrestos, a la joven, para señalar un libro colocado arriba, en la estantería, de Einstein, mientras suelta a viva voz " A ese también le echaron una vez de la Universidad alemana, y hoy está en la Feria!, nos veremos las caras" Y luego medio se sonríe, con una mirada aviesa, diagonal.

Libreros increpando a compradores, lectores que señorean a sus escritores. El mundo al revés, oigan. En esas que sigo caminando cuando me encuentro la siempre entrañable figura del maestro Labordeta. Me entran ganas de darle la mano y felicitarle por una vida tan honesta. Pero no podrá ser. La tarde, que ya no puede himplarse más, comienza a llorar con rabia insostenida, con ganas y con desdén. Es momento de abandonar la muchedumbre y resguardarse bajo un pino. En cuestión de unos segundos la tierra volverá a respirar y me regalará los aromas de recién mojada. Eso es lo único que faltaba para que la tarde fuera perfecta.

Aprendiendo escandinavia

El hecho de vivir lejos de la tierra que me crió y de las costumbres y maneras que durante tanto tiempo modelaron gran parte de lo que soy ahora y estar en un sitio diferente desde muchos puntos de vista, solo puede ser positivo. O al menos así lo debemos ver. Vivir cerca del círculo polar ártico a pesar del frío y mucho más es un privilegio.

El hecho de poder vivir en un lugar diferente implica necesariamente aprendijaze, y el aprendizaje a mi juicio siempre es positivo, pues aunque uno aprenda algo identificado socialmente como malo o negativo, siempre aprendera algo bueno, o al menos eso creo. Una de las cosas que más me ha sorprendido de estas tranquilas y silenciosas personas que pueblan escandinavia es la palabra “respeto”. No me refiero a que ellos me hayan enseñado a pronunciarla, sino al significado que aquí adquiere. Y no estoy tratando tampoco de hacer una comparación con el mucho o poco respeto que hacía las cosas se profesa es otros lugares.

El respeto aquí es muy importante, sea hacía las personas, sea hacía las cosas, pero sobre todo hacía la naturaleza, y es esto último lo que más me fascina. Su respeto hacía la naturaleza, lo que ahora se denomina conciencia verde o ecologista y que tan de moda esta en todo el mundo occidental. Aquí puedo afirmar no es una moda, es un estilo de vida tan viejo como para un mediterráneo el aceite de oliva. Respeto independientemente de si existe un “cambio climático” o no, de si este es por culpa del ser humano o es evolución lógica del clima y por tanto de la naturaleza. Es algo que trato de aprender y que me gustaría mucha más gente aprendiera. Respeto a la naturaleza como un todo, porque la naturaleza o la madre tierra o como se la quiera conocer lo es todo y si no existe un respeto todo puede acabar o al menos todo puede ir mal. La naturaleza entendida desde el primer copo de nieve que cae en lo alto del Kilimanjaro, corazón de Africa y esta a su vez creadora de los primeros seres humanos. Respeto a ese copo de nieve que se transforma en hielo y en glaciar para poco a poco durante largo tiempo deshacerse y formar corrientes de agua que alegres descienden por las laderas. Respeto a ese agua que ahora erosiona y moldea el paisaje y a su vez adquiere nutrientes y minerales que sirven para alimentar a las hierbas de la sabana y a los animales que nos daran de comer. Respeto a esos bosques formados por el agua del río y que viene del glaciar, esos bosques formados por algo único y extraordinario en la naturaleza, los árboles, fuente de vida con su poco recordada fotosíntesis que transforma el hoy tan odiado dióxido de carbono en el ansiado óxigeno. Esos árboles que nos proporcionan madera para construir, para escribir, para tantas cosas. Respeto para esos animales que comen hierba y que serán cazados para la supervivencia por otros animales, una parte ira para ellos, otra para las microorganismos que a su vez nutren y alimentan otra vez la tierra haciendola fértil para que los seres humanos puedan cultivarla, o recolectar lo que necesiten de las plantas. Respeto para esos animales que vendran a comerse la carroña y para esos otros que después de haber cazado seran cazados por el depredador más temido, peligroso e inconsciente de la naturaleza, el ser humano. Ser humano que ha basado su desarrollo y evolución en la naturaleza, primero en la recolección de plantas y caza de animales, luego en su cultivo. Más tarde en la recolección y utilización de minerales y finalmente en su transformacción, base del actual desarrollo tecnológico. Respeto a esos minerales, piedras, montañas y tierras, que a pesar de no gritar nos piden respeto. Respeto en definitiva a la vida en todos los sentidos, pues nuestra la Tierra es un planeta vivo. Porque respetando la naturaleza nos respetamos a nosotros mismos, ya que de ella venimos.

Por todo esto y por mucho más debemos respetar al sitio donde vivímos, no sólo al trozo de jardín a la puerta de casa o a nuestra área o región, sino a todo el planeta, a todo lo que ocurre, pues todo es único y gran sistema que necesita que el frágil equilibrio de la vida se mantenga basado en el respeto. Y no quiero decir que los escandinavos sean perfectos, ni mucho menos, pero si tienen el respeto a la naturaleza como algo básico y fundamental en sus vidas, se podría afirmar que es casi una religión para muchos de ellos.

Respeto y aprendizaje, dos palabras clave. Aprendizaje para poder respetar, y en definitiva para poder vivir y dejar un legado que otros puedan aprender a respetar.

En tren a través de Europa

En tren a través de Europa

El viaje quizás no haya empezado ahora, sino hace ya mucho tiempo, hace años cuando salí de mi casa en Valladolid con destino a Palermo gracias a la beca Erasmus. Seguramente fue allí cuando hice la maleta por primera vez para no volver y para no parar. Y es que desde entonces uno ha estado siempre de aquí para allá. He vuelto al menos una vez al año a mi tierra siciliana, y no sólo de visita, sino para vivir y trabajar allí, pero he sido incapaz de quedarme allí, ya sea por un motivo u otro. Además probé unas semanas en Inglaterra después de acabar la carrera, pero no puede quedarme allí. Luego me abrí camino entre el helado norte para después dirigirme al otro extremo, Sevilla, y es que el moverme entre extremos ha marcado los últimos años de mi vida.

 

La etapa actual empieza cuando acaba marzo y dejamos la capital andaluza escapando del agobio que se nos venía encima con la Semana Santa, y es que si Sevilla ya es de por sí a veces agobiante debido a la cantidad de turistas que la visitan a diario, cuando llega el periodo pascual puede dejarte realmente cansado.

 

La primera parada fue Pucela, para familia y amigos, los pocos que allí quedan se merecen una visita. Y aunque la parada fue de un mes no fue del todo agradable, algunos desafortunados hechos nos hicieron llorar por el padre de un amigo. Pero la vida sigue y nos atrevimos con León, de donde nos vinimos con el estómago lleno, que bien se tapea y come por allí arriba, y con Salamanca donde además de ver su monumentalidad vimos como se mueve una ciudad universitaria con mayúsculas por la noche. Festejamos en Villalar ser parte de una tierra dura, seca, áspera, recia pero rica de gentes, historia, cultura, tradiciones y gastronomía, y es que Miriam dice que no se come mejor en el mundo que en Castilla, y por algo será coño! Y por supuesto estuvimos en San Llorente, a ver el paisaje de esos páramos eternos por donde cruza errante el sombra de Caín.

 

De Pucela partimos en tren ya empezado mayo hacía Barcelona. Fueron las primeras 10 horas de tren de nuestro viaje. Allí pasamos una noche entera entre callejuelas del gótico, turistas a mares y sidrerias tradicionales a altas horas de la madrugada donde encontrabas queso cabrales y sidra natural como si de Asturias se tratrara. Pablo y una pequeña legión de ferroviarios hicieron de cicerones en las tabernas más curiosas de la ciudad condal, justo en el centro y en el mehollo pero sin un jodido guiri. Auténtico. Y de madrugada sin tiempo para echar una cabezadita nos vimos en el aeropuerto destino Palermo.

A Palermo llegamos en un pis-pas y es que estabámos ya cansados y el avión nos dio el lujo de echar una cabezadita. Pronto por la mañana aterrizabamos entre montañas semipeladas y un mar mediterráneo que siempre enamora. La sensación de sentirse en Sicilia es única, los aplausos y los gritos de los sicilianos cuando un avión aterriza en Palermo te hacen sentir ya el calor de la gente sin haber tocado suelo. En Palermo nos quedamos en el primer albergue de la juventud de la capital siciliana, no estaba mal, gran cocina, enorme terraza, justo en el centro del casco viejo y con mucha calma porque no había casi nadie. Además no era caro. Lo malo es que está en la calle con bares de la ciudad, donde todos los días hay fiesta y música hasta las 3 o 4 de la noche. Estaríamos pocos días, seis en concreto, así que no había tiempo para relajarse, cada día fue un ir y venir por las callejuelas que más nos hacen sentir del centro, la taberna del señor Popo, disfrutar de una gastronomía privilegiada, sentir el mercado y por supuesto quedar con los colegas. Tuvimos también tiempo de ir a la playa y vernos reflejados en ese mar color paraíso sin necesidad de ir al Caribe o Tailandia, fue el primer baño del año. El último día una boda simpática y muy lujosa, muy movida y alegre, se podría decir reflejo de esta tierra que con poco es feliz a pesar de tantos y tantos problemas. La semana se paso volando y ya un sábado por la tarde nos vimos en la estación de tren de nuevo sin ninguna gana de irnos de esa tierra tan difícil y cautivadora.

El regional nos dejó en Messina, capital del estrecho que lleva su nombre y siempre en pugna con Reggio Calabria, el otro lado del estrecho ya en el continente. Allí en el principio y el fin del caos que supone Sicilia a media noche cambiamos de tren y nos subimos al intercity que nos llevaría a Roma. El compartimento cerrado para seis con asientos que se convierten en una cama improvisada nos dio cobijo y permitió dormir casí toda la noche ya que eramos nosotros dos más un joven indio. Por la mañana temprano ya estabamos en Termini, la estación principal de Roma y la más trasitada que he visto en mucho tiempo. Las horas de espera para poder coger el regional a Perugia no se hicieron largas, estabamos mentalizados para un viaje en tren a través de toda Europa, esto supone muchas esperas, y largas. Finalmente a eso de las tres y pico de la tarde después de haber cruzado un trocito del Apenino central italiano llegabamos a la capital umbra.

 

El paisaje por aquellos lares es realmente bonito. Colinas y montañas medias muy verdes tapizadas por grandes bosques y salpicadas por pueblos y pequeñas ciudades aún medievales en apariencia. Algo digno de ver. Como Perugia, que se asienta en lo alto de pequeñas cimas de una montaña desde donde es posible ver un lujo de panorama siempre verde. Pero no es ese el único atractivo de la ciudad, su aspecto medieval en casí la totalidad de la ciudad hace de ella una de las ciudad más bonitas que jamás he visto, palacios, iglesias, callejuelas y ni un jodido metro sin bajada o subida. Además una vida estudiantil digna de Salmanca o Granada. Cada noche el centro se llena de jovenes en busca de algo más que un paseo. Y lo mejor de aquello es que allí hay dos amigas que he comprobado siguen siendo muy buenas amigas, dos noches en su casa bastabaron para hacer de esos dos días algo especial. Hacía mucho tiempo y a pesar de sus agobios por los examenes fue genial.

 

El viaje continuaba con otro regional de tarde a Firenze, el paisaje seguía igual de verde y atractivo, en la capital toscana nos esperaba un tren toda la noche hasta Munich. Lo mejor de este tren es que pasa a través de la zona má ancha de los Alpes, la cordillera montañosa más espectacular de Europa. Lo peor es que la atraviesa de noche, al menos ese es el que pillamos por conveniencia. Había que viajar de noche para ahorrarse la noche de hotel.

 

Fue el peor viaje en tren en mucho tiempo a pesar de ser un tren comodo. En un compatimento cerrado Miriam y yo nos vimos literalmente aplastados contra las ventanas por una familia iraquí que vivía en Australia y hablaba en el ya olvidado idioma arameo, aquel que habló Jesucristo en su tiempo. Las dos hijas jovenes simpaticas durmieron por el suelo, pero el padre y la madre dormían junto a nosotros, el problema era que entre los dos podrían ganar un campeonato de sumo. Además roncaban que daba gusto. Así llegamos a Munich a las seis y media de la mañana con el sol ya en lo alto y sin haber dormido un minuto. Dimos un paseo hasta el centro y nos metimos a dormir en la hierba del primer trozo de parque que nos encontramos. Pero hacía demasiado calor para dormir como dios manda y solo pudimos hacerlo durante una hora. Después pudimos ver una ciudad muy viva, con un buen transporte publico y donde había muchas bicis, que bueno. Además de ser una ciudad muy bonita donde se respira cerveza en cada esquina. Y es que muchas plazas son lo que ellos llaman “Bier Garten” o jardín de la cerveza, allí cientos de personas cada día que van y vienen hacen un alto en su vida cotidiana para sentarse junto a desconocidos y beberse una buena jarra de un litro de cerveza bavára. Todo un lujo que nos permitió entrablar conversación con una señora que pasaba de los ochenta años y que jarra en mano nos contaba como conoció a su marido hace ya cincuenta años en Sicilia, y la vimos además emocionarse con nosotros cuando la contamos nuestra historia siciliana. Curiosamente ella nos invitó a comer aceitunas y nosotros a pasar un buen rato con la cerveza. Por supuesto la comida consistio en cerveza, salchichas blancas de Baviera y pretzel, unas galletas saladas en forma de lacito que con la cerveza y las salchichas se comen por allí. Al final nos despedimos con un fuerte abrazo y la sensación de que cuanto más viaja uno más aprende de la gente y más privilegiado es de poder compartir una simple cerveza con aceitunas simbolo de la unión de diferentes culturas, mediterránea y germánica.

 

Esa misma tarde repetimos la rutina de este viaje en interrail, coger un tren por la tarde para dormir en él y llegar por la mañana a nuestro siguiente destino, Copenhague. Pero como el cansancio empezaba a hacer mella en nuestros cuerpos decidimos pagar un suplemento para viajar en literas y domir un poco. Desde que salímos de Valladolid habían pasado ya casi dos semanas. En el compatimento charlamos en sueco con un danés muy simpático que hacía por enesíma vez el viaje Bulgaria-Dinamarca en tren por amor a una chica de Sofia. Y por la noche dormimos esta vez sí como un tronco.

 

Tempranito estabamos ya en tierras escandinavas, Dinamarca. Y a pesar de que en principio queríamos habernos quedado un día entero en Copenhague por tener fama de ser una ciudad que merece una visita, el cansancio y las ganas de acabar la aventura en tren nos hicieron coger el primer tren en el que encontramos sitio a Estocolmo. Aún así tuvimos que esperar unas cuantas horas en la estación. Y ahora mismo nos arrepentimos de no habernos quedado allí una noche y un día para ver la ciudad y descansar un rato, ya que cuando llegamos a Estocolmo ya era de noche y el único tren al día que había para Umea, destino final del viaje, ya había partido. Además era tarde para encontrar un hotel en Estocolmo o pensar en nada. Así pues tuvimos que esperar alguna hora más en la estación de Estocolmo, que es sin duda la más bonita que he visto, además de estar en el centro de esta espectacular ciudad, mitad ciudad mitad archipiélago. Decidimos pillar el último tren que nos llevaba hacía el norte de Suecia, un incomodo tren que nos dejaría a las 4 de la mañana en Sundsvall, una fría ciudad escondida en la niebla de la costa del mar Báltico. Allí tuvimos que esperar una hora y media en la estación de tren, era una sala pequeñita, con unos cuantos vagabundos que borrachos maldecían a la policia. Lo peor del viaje fue que desde allí no hay tren a Umea, solo un autobus que en cinco horas te deja en la capital del Norrland, el gran norte sueco. Luego una hora de coche con el padre de Miriam nos dejaría en casa.

 

El viaje fue bonito, intenso y mereció la pena, pero desde aquí no recomiendo el interrail porque cada tren a que uno sube tiene que pagar un suplemento, a veces casi nada, a veces realmente mucho, y eso que el precio del interrail no es nada barato si tienes más de 26 años. Además hubo que reservar un sitio con antelación en la mayoría de trenes a que subimos. Pero es una experiencia haber cruzado España, Italia, Alemania, Dinamarca y Suecia por completo en tren. El paisaje siempre es interesante sea el que sea, sobre todo en el norte sueco, y es que los del sur no estamos acostumbrados a ver durante horas y horas solo bosque de abetos, pinos e inmensos lagos y salvajes ríos, a pesar de que al fin y al cabo vivamos aquí al norte, cerquita del círculo polar.

 

La bienvenida a casa de Miriam, a parte de la acogedora familia, nos la dieron tres alces que estaban pastando junto a la camino de tierra que nos deja en ese pequeño paraíso que se llama Gärde, junto a la montaña mas alta de la zona, Gärdebacken a 41 metros de altura sobre el nivel mar, jaja, y una ría que en unos días nos haremos en canoa. La noche ya es algo que quedó atrás aquí, y el día es continuado, la temperatura es fresca pero al sol se esta bien, incluso en manga corta, los campesinos con tipos rudos, callados pero sinceros por aquí, gente dura acostumbrada a un medio muy duro casi todo el año y nosotros nos sentimos finalmente en casa para descansar unos días antes de empezar a trabajar.

 

No se sí será una etapa más en el viaje de mi vida, pero ha sido de momento la última, y necesito un descanso. Nunca se puede saber que nos depara el futuro, pero de momento tengo ganas de estar aquí, trabajar y relajarme un poco en un sitio privilegiado por su calma, su naturaleza y su aire puro.

 

Desde aquí un abrazo fuerte.

 

 

 

NOVENTA AÑOS DE ETERNA ADOLESCENCIA

No voy a dar un repaso biográfico sobre la vida de Chavela Vargas porque su existencia es tan grande que no puede abarcarse en cuatro pinceladas de nadie. Y quién quiera datos que los busque en la wikipedia. Sólo Sabina se atrevió a dibujarla maravillosamente con aquel "boulevard de los sueños rotos". Así pude conocerla. Luego me enteré que se bebía los camiones de tequila. También me di cuenta de que era capaz de soñar, con su mirada octogenaria, mucho más intensamente que tantos jovencitos de cuerpo y de alma lánguida y arrugada. La gente como Chavela Vargas no debería morirse nunca.

Así que hoy, que la reina del tequila y de las rancheritas nos cumple 90 abriles de carné, me apetece dejar una cansionsita suya para que cuando la escuches se te contagie un tanto esa fuerza vital que Chavela Vargas desprende. Felicidades mi niña!!! hasta el último trago. 

Tómate esta botellita conmigo y en el último trago nos vamos.

Valladolid ciudad cervezera

Escribo este artículo para romper una lanza en favor de Valladolid. Sí, esa tan críticada y denostada ciudad, a veces entre sus paisanos, pero sobre todo entre los que no la conocen y no viven en ella. No quiero hablar del conjunto de la ciudad, sino de un aspecto en concreto que a mí personalmente me gusta mucho. Pucela como ciudad cervezera. Y espero que a algunos vitimiembros no les moleste teniendo esta página una de sus razones de ser el vino. Pero es que no podemos olvidarnos de la cerveza, esa que a grandes cantidades consumimos, más que el vino diría yo en muchos casos.

El caso es que hace ya años en viajes por el extranjero me entró el gusanillo de la cerveza. Deleité las "pivo" checas y me enamoré de ella en Bélgica. He degustado alemanas, inglesas, irlandesas, suecas, italianas, y así un largo etcetéra. Y cada vez que vengo a Valladolid me encuentro con nuevos bares con cartas de cervezas impresionantes que aún no he llegado a ver en cualquier otro sitio de España, y también del extranjero. Y es que la lista de bares con una carta especializada en cervezas nacionales y de importación en Valladolid es más numerosa de lo que unos piensan. Muchos son simples bares, tascas o tabernas que no lo publicitan, otros más nuevos abren directamente como cervecerías. Y la verdad, tenemos en esta ciudad mucha suerte de poder salir y disfrutar en muchos y numerosos garitos de birras belgas, alemanas, inglesas, irlandesas, checas, australianas, francesas y otras muchas. Además los precios son realmente competitivos y bajos si uno lo compara a como las encuentra a cuenta gotas en otros rincones de nuestra geografía. Como digo todo un lujo.

A veces no es bueno comparar, pero es la realidad. Viviendo años en Italia no se podía encontrar una cerveza que no fuera la italiana, y ya sea o buena o mala, un amante de la buena cerveza demanda no solo calidad, sino variedad. Probar otras cosas, abrirse a nuevos sabores y marcas. Más tarde viviendo en tierras de la aurora boreal encontrabas más variedad, pero sólo en una tienda, no en los bares. Y los últimos meses viviendo en tierras de la Giralda era realmente complicado encontrar algo que no fuera la cansina Cruzcampo. La verdad es que mataba por una Mahou. Ahora que he vuelto a Valladolid por un corto tiempo, un mes, disfruto saliendo muchos días a diferentes locales y bebiendo muchas y buenas marcas a buenos precios, y además servidas con estilo, con elegancia, en su copa, como mandan los canones, y no en cualquier vaso.

Aquí tenemos muchas y buenas razones para estar orgullosos de nuestra tierra, esta es sólo una de ellas. Aupa.

Dicho esto, salud, vino, pedaleo y ¡buenas cervezas joder!.

Zapatones (II)

Ayer, cuando terminé de escribir el artículo sobre Zapatones me puse a buscar en la web, a ver que me encontraba. Y mi sorpresa fue mayúscula cuando encontré un vídeo sobre el Camino de Santiago, concretamente el camino portugués en su paso por Galicia (Tui-Santiago) protagonizado por el zapatones. Es largo y no sé si  todos podréis verlo entero, pero si tenéis unos minutos, merece la pena verle en acción, sobre todo cuando entra donde mejor se sabe mover: en las tabernas. El zapatones sería un gran vitibiciclista en su versión senderista, de eso no hay duda ninguna.

Zapatones, el peregrino del Obradoiro.

Zapatones, el peregrino del Obradoiro.

El nuevo tema "Gentes y lugares" casi no necesita presentación. Aquí iremos incluyendo paisajes, rincones, personas o personajes que en un momento determinado hicieron especial ese viaje, esa estancia.

 

Y arranco con el Zapa, así le llamo en confíanza. Pocos saben que su nombre real es Juan Carlos, y que nunca conoció a sus padres. Lo más que aciertan a saber de él es que es el peregrino más famoso de Compostela. El Zapa también dice que hizo tantas veces el camino que ni se acuerda, luego pide un cigarro y que le invites a un vino.

Yo me he tomado muchos vinos con el zapatones. Es cierto que en su DNI pone hijo de José y de María, a mi me lo enseñó. No sé cuántas veces haría el camino, menos de las que cuenta, eso seguro. Pero a la majestuosa plaza del Obradoiro, en Santiago de Compostela, le faltaría un matiz sin la presencia incombustible del Zapatones. Es habitual la imagen del peregrino despistado que tras muchas jornadas de camino ha alcanzado su meta y entonces se topa con el Peregrino de peregrinos. Juntos se hacen una fotografía, el Zapatones pregunta por los avatares del Camino con su voz cazallera y rasgada, entre guasón y atento, y entonces recuerda sus andanzas cuándo él recorría los senderos hasta llegar a Santiago.

El Zapa comenzó a trabajar oficialmente como peregrino por motivación propia, cansado en parte de su mala vida y sus temporadas en la cárcel, una tarde pidió prestado un traje de peregrino medieval a alguien y se hechó al Obradoiro. Se dejó crecer la barba y comenzó a cultivar el mito de peregrino eterno que ahora le acompaña.

Es lo que tiene Santiago. Zapatones sería un pobre vagabundo, un borrachín desfondado en cualquier otro rincón de España. Pero el zapa vive en Compostela. Y hoy el ayuntamiento tiene un sueldo para el zapa, que ya no necesita vivir de la caridad del turista o del peregrino, aunque sigue haciéndolo, pero sin abusar, que Zapatones es un caballero. Me lo dice en un bar, por la noche, cuando yo le cuento una pena de amores y él, con mirada fija y muy seria me dice que la culpa es mía.

Cuándo vuelva a Santiago tengo claro que después de visitar "el Calpe" (un bar de antología) y de abrazar a unos cuantos amigos, iré al obradoiro y buscaré al zapatones. Me mirará con socarronería, como hace él, y le invitaré a unos ribeiros donde él quiera, por su salud y por su estampa.